EL PLANETA HERIDO
Las futuras generaciones no nos perdonarán por haber malgastado su última oportunidad, y su última oportunidad es hoy.
¿Hacia dónde vamos?
En la Edad Media se pensaba que el fin del mundo iba a llegar con el milenio. Se vivía con miedo, especulando sobre la posibilidad de que un mal terrible azotase la Tierra.
Pero, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué volvemos a oír hablar de la llegada de catástrofes ambientales, sociales y económicas? ¿Existen razones suficientes para que los científicos nos asusten? Pues bien, los datos no dejan lugar a duda: sí tenemos motivos para preocuparnos y, sobre todo, para reaccionar. Nos debe inquietar el futuro de la Tierra porque es el nuestro. Debemos preocuparnos por el agua que bebemos, por el aire que respiramos, por los animales con los que convivimos, por las plantas que nos dan oxígeno y por los mares que nos alimentan. Debemos entendernos como un todo. Éste es el reto de este siglo y seguramente también del siguiente. Ésta es nuestra responsabilidad ante las futuras generaciones, que ya nos están mirando.
La sobreexplotación de los recursos
A lo largo de la historia la sociedad siempre ha sido consciente de que su desarrollo estaba sujeto a la explotación de su entorno. La Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en la explotación de los recursos; las industrias requerían cada vez mayor cantidad de materias primas para poder crecer, el aumento de la demanda exigía sistemas más sofisticados para la obtención de los recursos y la tecnología los proporcionaba. En el periodo que va desde 1770 hasta 1900 la población mundial casi se duplicó, mientras que la extracción de minerales se multiplicó por 10. Desde 1900 hasta 1970 la producción mineral se multiplicó por 12, aunque la población era sólo 2,3 veces mayor. Esto nos da idea de cómo la humanidad incrementaba la explotación de los recursos naturales muy por encima de su crecimiento. Sencillamente, hemos tomado todo lo que necesitábamos de la naturaleza, sin pararnos a reflexionar sobre las consecuencias. La sobreexplotación de los recursos es una realidad a lo largo de nuestra historia reciente. Las economías emergentes (China, India, etc.) luchan por conseguir situarse a la altura de los países más desarrollados. El consumo se dispara y el nivel de vida aumenta cada vez más en los países industrializados. La humanidad sigue creciendo y el aumento de la población causa un gran impacto ambiental sobre la Tierra y sobre los recursos finitos de ésta. Debemos considerar, por otra parte, que la importancia de los recursos es cambiante y depende de distintos factores, como la tecnología (el uranio no era considerado un recurso hasta que no se puso a punto la tecnología adecuada para su utilización), el mercado y la política, entre otros. Los países que han dominado los recursos estratégicos han visto aumentar su fuerza en el concierto mundial y no pocas guerras han estallado por este motivo.
¿En qué usamos el agua?
El ser humano ha necesitado y utilizado el agua desde el principio de su existencia. La mayoría de las civilizaciones se han asentado cerca de mares, ríos o lagos. En la antigüedad se empleaba fundamentalmente en la alimentación, como vía de transporte y en la agricultura. Actualmente su uso se ha diversificado considerablemente pasando a formar parte de numerosos procesos industriales, entre otras utilidades. La agricultura es la actividad que más agua dulce consume: emplea un 73 %, superando ampliamente la dedicada a la industria y a la producción de energía, que sumadas demandan el 21 %.
El suelo. La piel de la Tierra
El suelo es uno de los espacios en los que el hombre ha influido de manera más determinante. Desde sus orígenes, la humanidad ha tomado de la Tierra todo lo que necesitaba. La acción humana ha conseguido a lo largo del tiempo, y sobre todo en el siglo XX, alterar física, química y biológicamente la Tierra, provocando distintos efectos, como son: agotamiento, erosión, desertización, deterioro y envenenamiento de la piel de la Tierra, a la que llamamos suelo. Y el hombre, que puede llegar a mover montañas, ha conseguido convertirse en un factor geológico extraordinariamente importante.0
Explotación del suelo
La «Carta Europea del Suelo» (1972) afirma en uno de sus puntos que «el suelo es un recurso limitado que se destruye fácilmente» y lo cataloga como «uno de los bienes más preciosos de la humanidad». La explotación del suelo se ha llevado a cabo principalmente a través de la agricultura y la extracción de minerales. Agricultura: desde 1950 la producción agrícola ha ido aumentando a mucha mayor velocidad que la población. Este incremento en la producción se ha conseguido sin aumentar las hectáreas trabajadas y esto se debe, sobre todo, a nuevas prácticas de cultivo basadas en el empleo de fertilizantes y pesticidas y en la mejora de la maquinaria utilizada. No podemos tampoco olvidar cómo han proliferado nuevos tipos de cultivo genéticamente modificados, con mejor rendimiento, más fuertes y productivos. Esta nueva forma de entender la agricultura se denominó la Revolución Verde, y está sustentada en tres cereales claves: el arroz, el maíz y el trigo.
Los seres vivos como recurso
Desde siempre ha existido una ganadería tradicional respetuosa con el entorno, en la que el ganado era alimentado por el agricultor y los excrementos eran empleados como abono natural. En la actualidad las cosas han cambiado mucho, tanto en la ganadería como en la pesca, debido sobre todo al avance tecnológico
La ganadería
Debido al aumento del nivel de vida se ha incrementado el consumo de carne y de productos lácteos, lo que ha favorecido una especialización de la ganadería. Ésta ha consistido en incorporar nuevas tecnologías e incrementar el número de animales en grandes granjas industrializadas, que ha desembocado en una ganadería intensiva donde la mentalidad es muy distinta de la tradicional. Se empezaron a emplear piensos tratados para conseguir un rápido crecimiento de los animales. Dichos tratamientos, en ocasiones, se han realizado con hormonas y otras sustancias cuya composición es sospechosa y en algunos casos puede tener efectos nocivos para el consumidor. La ganadería intensiva se rige por las leyes de la producción industrial: prevalece la máxima eficacia y se ajusta siempre a los caprichos del mercado. Esta filosofía de gestión ha traído consigo una reducción en la biodiversidad, ya que las especies no útiles para el consumo humano se han visto desplazadas por las económicamente más rentables. Además, los purines (excrementos del ganado), tradicionalmente empleados como abono orgánico, pueden ocasionar impactos ambientales al generarse en exceso. También es conveniente señalar que en grandes superficies se han producido procesos de deforestación, para convertir bosques en pastos para la cría del ganado.
La pesca
La pesca es la captura de distintas especies del medio acuático. La sobreexplotación de las mismas conlleva una reducción importante en la biodiversidad. En ocasiones, las redes utilizadas no son selectivas, por lo que también se apresan especies que no se van a comercializar. Por otra parte, la técnica pesquera de arrastre de fondo puede producir la destrucción del fondo marino, que posee un alto valor ecológico.
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